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LAS TRES NARANJAS

Leyenda de La Provincia de Tucumán al Noroeste de la República Argentina. Narrada en 1950, en tercera persona, por un poblador del pueblo Tafí del Valle
 

Dicen que era un rey que tenía un hijo solo.

Dicen que el Príncipe éste era muy valiente,
 

 
 
 

 y que le dice al padre que va hacer viaje a un reino que dicen que estaba muy lejos, y que se llamaba Las Tres Naranjas. Él quería ir de todas maneras a ese reino. Ya no dormía por pensar en Las Tres Naranjas.

Claro, el Rey que no quería que fuera, y que le había dicho que hay muchos peligros en Las Tres Naranjas, que no viaje a tan lejas tierras y tan peligrosas.

Pero, dicen que el Príncipe era porfiado y el Rey lo ha dejado ir.

Le ha preparado el suministro, y dicen que le ha ensillado la mejor mula. Dicen que le había dado una mula porque era lugar de cerros donde tenía que andar, y es mejor la mula que el caballo. Y le ha dado otra mula para tiro.

Cuando anduvo unos cuantos días de viaje, andaba preguntando siempre por ese lugar de Las Tres Naranjas, que ha encontrado un caballito flaco a la orilla del camino, y que el caballito le ha hablado y le
había dicho:

-Dejá tus mulas que están cansadas. Ensillame a mí que yo te voy a llevar a Las Tres Naranjas.

El Príncipe no le hacía caso, pero como las mulas ya no podían caminar le prestó atención. Áhi ha bajado la montura y ha ensillado el caballito. Al momento el caballito era como si volara por el aire. Y dicen que ha llegado a Las Tres Naranjas rápidamente. Áhi había una planta de naranjo y tenía tres naranjas de oro. El caballito le ha dicho que corte las naranjas y las guarde, y salga ligerito porque si no corría peligro de muerte. El joven las cortó, las guardó en las alforjas y montó en el caballito. El caballito salió al galope en el aire.

Cuando llegó el Príncipe donde había dejado las mulas, las mulas estaban áhi, lo estaban esperando. Entonces dejó el caballito y siguió con las mulas.

Habían andado mucho y sintió sed y hambre. Se acordó de las naranjas. Sacó una y la partió. Cuando la ha partido, salió una niña como de un encanto, una niña preciosa, y que le dice:

-Príncipe valiente, si me da un espejo para mirarme, toalla para secarme y peine para peinarme, no desapareceré.

El Príncipe, muy sorprendido, le ha dicho:

-Nada tengo, niña preciosa, ¿qué otra cosa puedo hacer? Entonces la niña ha desaparecido.

Siguió el Príncipe el camino. Otra vez tuvo sed y hambre y sacó otra naranja. La ha partido y entonces salió de la naranja una niña más preciosa que la primera y dicen que le ha dicho al joven:

-Príncipe valiente, si me da un espejo para mirarme, toalla para secarme y peine para peinarme, no desapareceré.

El Príncipe, más sorprendido todavía, le ha dicho:

-Nada tengo, niña preciosa, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Entonces otra vez la niña ha desaparecido.

El Príncipe si ha quedado muy pensativo y cuando ha pasado por cerca de un pueblo ha ido y ha comprado un espejo, una toalla y un peine.

Ha vuelto a sentir sed y hambre y ha partido la tercera naranja. Entonces de adentro de la naranja salió una niña más bonita todavía y le ha dicho:

-Príncipe valiente, si me da espejo para mirarme, toalla para secarme y peine para peinarme, no desapareceré.

Entonces la niña tuvo eso y siguió con él. El Príncipe la alzó por delante y siguió. Cuando estaban cerca del palacio, le dijo que la iba a dejar para ir a buscarle ropa. Y la dejó en un árbol. Este árbol estaba a la orilla de un arroyo de aguas cristalinas.

Después de un rato llegó una morocha esclava del Rey a buscar agua al pie del árbol con unos cántaros.

Ha llegado la morocha y ha mirado en el arroyo y ha visto una niña blanca y rubia en el agua. Y ha creído que era ella y lo que se ha visto tan linda, claro que era la niña que estaba arriba del árbol, ha dicho:

-Yo, ¡tan bonita!, ¿acarriando agua?

Y ahi ha tirado lejos los cántaros y los ha roto y si ha vuelto al palacio. Y en el palacio se han reído de la morocha y la han vuelto a mandar a buscar agua.

Ha llegado la morocha a levantar agua del arroyo, al pie del árbol, y ha vuelto a ver esa carita tan bonita, y ha vuelto a decir:

-Yo, ¡tan bonita! ¿acarriando agua?

Y ha vuelto a tirar los cántaros y los ha roto. La morocha estaba creyendo que era ella la que se vía en el agua.

Y dicen que la niña que estaba mirando se ha puesto a reir a carcajadas. Y áhi se ha dado cuenta la morocha de todo. Y ha hablado con la niña y ha sabido la historia de la niña y del Príncipe.

Dicen que esta morocha era bruja y ha querido quedar en su lugar. Y le ha dicho a la niña porque no se dejaba sacar las pulgas para entretenerse un rato. La niña ha dicho que sí. La morocha ha subido al árbol, y dicen que mientras la espulgaba le ha clavado un alfiler y la niña se ha hecho una palomita y se ha volado a las montañas.

Dicen que la morocha se quedó en la rama esperando al Príncipe. Llegó el Príncipe y muy sosprendido le preguntó qué le pasó. Entonces ella le dijo que el sol la había quemado pero que ya se iba a componer. Entonces él la llevó al palacio. Entonces vivieron ahí.

Dicen que la palomita ha comenzado a ir al palacio y que el canto que hacía era tan triste, que el hortelano del palacio le fue a contar al Príncipe. El Príncipe la hizo cazar y la hizo poner en una jaula muy linda. El Príncipe no sabía porque le tenía tanto cariño a la palomita y la morocha se ponía enojadísima de ver eso.

Dicen que el Príncipe tuvo que salir de viaje y dejó encargado que le cuiden la palomita.

Dicen que en cuanto salió el Príncipe la morocha puso a la palomita en una olla con vinagre para que se muera.

Dicen que volvió el Príncipe y lo primero que hizo es preguntar por la palomita. La morocha le dijo que se había volado, pero el Príncipe la empezó a buscar y la encontró en la olla con vinagre, ya casi muerta. Áhi le encontró el alfiler y se lo sacó, y se transformó en la niña blanca y rubia que era.

Entonces el Príncipe mandó que ataran a la morocha con cuatro potros chúcaros y los largaran. Dicen que lo ataron y los potros han despedazado a la morocha.

El Príncipe se ha casado con la niña de Las Tres Naranjas. Esas niñas de Las Tres Naranjas eran hijas de un Rey que los encantó en las naranjas para que se casaran con príncipes que fueran capaces de sacarlos del encanto. Y ahí fue este solo Príncipe que era el más valiente.

Dicen que el Rey le ha entregado el reino al hijo y han vivido muchos años muy felices.


 

 

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